sábado, 24 de noviembre de 2012

El Patrimonio Artístico de Alberite de San Juan




            Alberite de San Juan fue una posesión de la Orden del Temple que dependía de la encomienda de Ambel. En el siglo XIV todos los bienes de los templarios pasaron a poder de la Orden de San Juan de Jerusalén y Ambel, con Alberite y Cabañas se convirtió en una encomienda hospitalaria.





            Es en ese momento cuando comienzan a edificarse los templos parroquiales de ambas localidades. De ahí, la enorme similitud entre la iglesia de San Miguel de Ambel y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Anunciación de Alberite. Por otra parte, sus paralelismos con la iglesia de Ntra. Sra. de la Huerta de Magallón son evidentes, por lo que, probablemente, hay que pensar que todas ellas fueran realizadas por el mismo equipo de alarifes mudéjares que el Prof. Borrás relaciona con los Gali.





            En el caso de Alberite, llegaron a levantar el ábside y el primer tramo de la nave. El resto es de época posterior como puede apreciarse claramente por los diferentes materiales utilizados en su fábrica. Frente al ladrillo de la obra mudéjar, los últimos tramos fueron levantados con aparejo concertado de mampuesto entre fajas de ladrillo. Además, se advierte una significativa alteración en el eje de la planta e, incluso, la anchura de la nave se va reduciendo. El pórtico por el que se accede al templo fue realizado en el siglo XIX.
            Nos encontramos, por lo tanto, con un templo de una sola nave que se cubre con bóveda de crucería sencilla cuyos nervios se apoyan en semicolumnas adosadas. Tiene dos capillas, la del Santo Cristo corresponde a la obra primitiva, mientras que la del Calvario, en el tercer tramo, fue edificada en el siglo XVI cuando, probablemente, finalizaron las obras de remodelación.





            La torre, adosada a los pies del edificio, es de plata cuadrangular y de características arquitectónicas diferentes, pues fue construida con mampostería reforzada en sus ángulos con piedra sillar. Se ha apuntado la posibilidad de que, originalmente, formara parte del castillo que allí existía. Lo cierto es que, antes de la restauración, estaba dividida en varias plantas con hermosas vigas de madera, pintadas con interesante decoración gótica. Lamentablemente, no sólo fueron retiradas sino que se arrojaron a un vertedero donde, algunas de ellas, fueron recogidas por Manuel Jiménez Aperte.





            Pero, lo más interesante, es la obra mudéjar que, a diferencia de lo que ocurre en la iglesia parroquial de Ambel, aquí puede admirarse en todo su esplendor. Se trata de un ábside poligonal de cinco lados que, al exterior, se decoran con un paño de arcos mixtilíneos entrecruzados, enmarcado por dos fajas de ladrillos en esquinilla. Sobre ellos, los grandes ventanales apuntados que se cerraban con una bella decoración constituida por tres columnillas de sección octogonal con capiteles de los que arrancan los arcos de ramas mixtilíneas entrecruzadas. Los espacios libres, tanto en la parte superior como en el existente entre las dos columnillas laterales y la que hace de parteluz, tenía una bellísima decoración en yeso calado, similar a la existente en Magallón y Ambel que, en Alberite, se ha conservado en el ventanal del centro. Esta solución aparecía tanto al exterior, como al interior del templo. Eran, por lo tanto, ventanales dobles y aún puede apreciarse así en uno del presbiterio. La iglesia está declarada Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés por Orden de 4 de julio de 2002. Forma parte del llamado “Aragón Mudéjar”.






Frente a la puerta de acceso a la iglesia parroquial pueden verse los restos de un torreón islámico que fueron excavados y acondicionados hace unos años y lo que se aprecia son solamente las hiladas inferiores de dicho torreón. Del castillo que, posteriormente, existió allí es posible que formara parte la torre de la iglesia, aunque no se conocen las características del mismo. Estos restos gozan de la protección genérica dispensada a este tipo de monumentos por la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999 de Patrimonio Cultural Aragonés, aunque no fueron incluido en la relación de castillos aragoneses que por Orden de 17 de abril de 2006 fueron declarados, expresamente, Bien de Interés Cultural.






            Se conserva el arco de acceso al recinto urbano, cuya silueta forma parte del emblema heráldico de la localidad. Es un arco de medio punto, enmarcado en dos pilares con hornacinas en su parte superior, que tiene un frontón triangular sobre tres hiladas de ladrillos resaltados a manera de imposta. En el centro otra hornacina y, como remate, un pequeño pilar cuadrangular con tejado a cuatro aguas. No se conocen los santos que eran venerados en las tres hornacinas. A ambos lados del arco se colocaron unas placas de cerámica con el escudo de la Diputación Provincial y el año de restauración (1980). En la parte posterior, se aprecia el cabezal de madera con las gorroneras de la antigua puerta.






            Cerca de la iglesia parroquial se encuentra un edificio, restaurado por el pintor D. Miguel Ángel Domínguez Barrios, oriundo de la localidad, que cuenta con varias salas de exposiciones.


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