miércoles, 22 de mayo de 2013

La conveniencia de saber latín



            En estos momentos, el Centro de Estudios Borjanos está ultimando la realización de inventario artístico de la iglesia parroquial de Maleján que, como en el caso de los de Purujosa y Bulbuente, corre a cargo de Alberto Aguilera Hernández y Ramiro Adiego Sevilla.





            El templo, dedicado a la Visitación de Nuestra Señora, fue objeto de una restauración recientemente que ha mejorado sensiblemente su aspecto. El presbiterio de la misma se cubre con una bóveda, en forma de concha avenerada, que, como ha documentado Alberto Aguilera, fue realizada en 1731. A lo largo del friso situado bajo ella, fue descubierta una inscripción que, como puede apreciarse en la fotografía superior, había quedado oculta bajo capas de cal.






            Con indudable acierto, se decidió recuperarla y éste es el aspecto que presenta, en la actualidad, según las fotografías realizadas por Enrique Lacleta.  Lo que allí se lee es: “DEO SALVIARI MEO OVIA RESPIXIT VMI[…] S CENERATIO”. Una frase latina incompleta e incomprensible bien porque fue mal escrita en su momento, lo que parece imposible, o porque ha sido modificada en  la restauración, por un deficiente conocimiento del latín o porque no se comprendió el significado de la misma y las razones de su emplazamiento en ese lugar.  
            Se trata de una parte del Magnificat, el cántico que pronunció la Virgen en el momento de saludar a su prima Santa Isabel y que cada tarde se recita en el oficio de Vísperas. Su presencia en esta iglesia está plenamente justificada, al estar precisamente dedicada a la Visitación, como antes hemos comentado.
El texto latino de ese hermoso cántico, recogido en el Evangelio de San Lucas,  comienza así: “Magnificat anima mea Dominum, et exultavit spiritus meus in Deo salutari meo, quia respexit humilitatem ancillae suae. Ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes…” que puede traducirse así: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava, y por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada…”, aunque la versión oficial en castellano difiere algo. Hemos destacado en negrita las partes recuperadas de la inscripción. Al margen del uso de la “V” por “U” que es habitual en inscripciones latinas, nuestros lectores se percatarán de los errores que se han deslizado: “salviari” por “salutari”; “ovia” por “quia”; “respixit” por “respexit” y “ceneratio…” por “generatio…”.
El abandono del estudio de las lenguas clásicas en el Bachillerato y, en muchos casos, en la Universidad se está notando y lo malo es que ya no quedan hombres como el Prof. Muñoz Alonso que puedan defenderlo. Aunque se trata de una anécdota muy conocida y repetida en numerosas ocasiones, nos atrevemos a recordarla por si alguno de nuestros jóvenes lectores se plantea el mismo interrogante que el ministro D. José Solís cuando defendía en las Cortes, a mediados del siglo pasado, el incremento de horas dedicadas al Deporte en los planes docentes, en detrimento del latín y el griego, porque “¿Para qué sirve hoy el latín?” se preguntaba, con su gracejo habitual, aquel político nacido en la localidad cordobesa de Cabra (la antigua Egabro de los romanos). Sin poder contenerse, Adolfo Muñoz le gritó desde su escaño: “Entre otras cosas, para que su Señoría pueda decir que es egabrense”.


1 comentario:

  1. Es obvio que se ha perdido el uso de las "lenguas muertas" y que los planes docentes prefieren más músculos que neuronas (y no voy a entrar en política), pero lo que no me vale es que un restaurador, que se supone ha estudiado Historia del Arte, no se documente antes de dejar su huella, que el Paleolítico pasó hace años.

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