jueves, 30 de mayo de 2013

Obras de nuestros museos: Retablo del Niño Jesús


            En la Sala III del Museo de la Colegiata de Borja se encuentra este pequeño retablo que, en la actualidad, tiene como titular a una imagen del Niño Jesús y al que queremos dedicar hoy nuestra atención.




            Cuando se proyectó el museo se quiso mostrar en él algunos ejemplos de retablos de diferentes épocas. No era una tarea fácil ya que, lógicamente, ni se iban a desmontar los que se encontraban en otros lugares ni el espacio disponible hubiera permitido acoger una obra de grandes dimensiones.
            Afortunadamente, para la etapa barroca contábamos con este pequeño retablo que había sido utilizado como expositor en la iglesia del antiguo convento de dominicos, de donde fue trasladado a Santa María cuando se transformó en Auditorio Municipal. 



     
       En realidad, no formaba parte del retablo original del convento, de características diferentes y que, además, nunca fue dorado, cosa que sí ocurre en este otro. En cualquier caso, sus columnas salomónicas con de decoración de uvas, tan frecuente y los restantes motivos de su mazonería servían, muy bien, para el cometido pretendido.
            Para completarlo se decidió colocar en su hornacina central una imagen del Niño Jesús que era compatible con el programa de la sala, dedicada a la Virgen como acompañante de Cristo en el Misterio de la Redención, atendiendo además al valor sentimental de la pequeña imagen.



            Se trata de una representación de los llamados “Niños de la bola” un modelo iconográfico que se popularizó a partir del siglo XVI. Son imágenes de bulto en las que el Niño aparece desnudo, generalmente con los cabellos rubios y con la mano derecha en actitud de bendecir mientras que, en la izquierda, sostiene la bola que representa al orbe, rematado con una cruz. Se les solía recubrir con vestiduras regias, ricamente bordadas y manto.


    
        A este modelo responde el “Niño Jesús de Praga” que se venera en la iglesia de Santa María de la Victoria y San Antonio de Padua de esa ciudad. Se trata de una imagen de cera, de procedencia española, famosa por los numerosos milagros que se le atribuyen.



            La imagen del Museo de la Colegiata es la que llevaban, en andas, los niños de Primera Comunión, como puede verse en esta fotografía en la que aparece, en segundo término, D. Felipe Villar Pérez, párroco de Santa María durante muchos años. En estas procesiones que tenían lugar el día de las Primeras Comuniones, diferente en cada parroquia, las niñas llevaban otra peana con una imagen de la Virgen.



            En la parroquia de San Bartolomé se utilizaba otra imagen, como puede verse en esta fotografía. A la derecha de ella aparece el párroco D. José María Martínez Aroz y, a la izquierda, uno de sus más distinguidos monaguillos, fácilmente identificable así como  otras personas otras muchas personas.  



            En este caso, la imagen es de producción industrial y se conserva todavía en la iglesia edificada sobre el solar de la antigua parroquia. 

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