viernes, 17 de mayo de 2013

Una tradición olvidada del dance de San Bartolomé



            Recientemente, algunos ocasionales viandantes que circulaban por la plaza de San Bartolomé, se sorprendieron al encontrar en la puerta de la iglesia a un danzante vestido con el traje tradicional y un cordero a su lado, en fechas tan alejadas a las de la fiesta de la cofradía.




            El responsable de este inusual espectáculo era el Presidente de la cofradía, nuestro colaborador D. Enrique Lacleta Paños quien, inventariando los bienes de la misma, encontró un collar y una manteleta de color verde, con galones dorados, un tanto ajados, que resultaron ser los distintivos utilizados en el pasado para engalanar al cordero que sorteaban los danzantes.



            Decidió, entonces, recurrir al ganadero D. Pedro Antonio Celiméndiz que prestó el cordero y al danzante D. Rubén Paños Yoldi que, vestido con el traje, se hizo cargo del mismo, para revivir esta tradición.



            El animal, contrariando la opinión de su propietario que llegó a trabarle las patas, por si acaso, estuvo de lo más tranquilo durante toda la sesión fotográfica, haciendo buena la expresión de ser “más manso que un cordero”.



            Era costumbre, en el pasado, que los jóvenes que interpretaban el dance rifaran un cordero, vendiendo los correspondientes boletos, durante los días previos y también en el transcurso del pasacalles que, en la mañana del 24 de agosto, recorre la población.
            El sorteo se efectuaba a media tarde del día 25, en el transcurso de la romería al Santuario de Misericordia, donde no faltaban personas que también adquirían boletos para ayudar a los jóvenes.



            Con los beneficios obtenidos se sufraga la música que les acompañaba y los cohetes, y otros pequeños gastos, mientras que la cofradía se hacía cargo de los gastos ocasionados por el acompañamiento de la banda durante el Rosario y la procesión, así como de las dianas. Con el sobrante, se organizó en alguna ocasión una merienda, aunque lo más habitual era que se lo repartieran, a partes iguales, entre todos. A veces, llegaron a entregar alguna cantidad a la cofradía, aunque la recaudación de la rifa tenía como objetivo primordial hacer frente a todo lo relacionado con el dance.
            En el citado libro aparece registrado que, en 1958, se sustituyó el cordero por una saca de harina de 100 kilos, en unos momentos en los que este artículo era especialmente demandado.



La última rifa de la que ha quedado constancia tuvo lugar en 1968. Ahora, el hallazgo de la “vestimenta” con la que adornaban el cordero nos ha permitido revivir esta tradición que muchos han olvidado ya, especialmente lo relacionado con este curioso atuendo que dejó de utilizarse mucho antes.






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