domingo, 23 de marzo de 2014

La barca de Novillas


            En otras ocasiones, hemos hecho referencia a la barca-pontón que, para cruzar el río Ebro, existió en la localidad de Boquiñeni y que llegó a ser adoptada como emblema heráldico del municipio. Reconstruida hace algunos años, fue destruida por una avenida del río, como informamos en este blog.
            Pero la de Boquiñeni no fue la única existente en nuestra zona. La imagen reproducida arriba corresponde a la de Novillas, de la que nos ha ofrecido amplia información D. Javier Lerín de Pablo, así como fotografías de la misma.





Se trataba de un pontón de 22 metros de eslora y 6 de manga que se desplazaba guiado por una sirga entre las dos orillas del río, en un punto en el que su anchura era de 80 metros y la profundidad de 7 metros.
Hasta que fue construido el puente que ahora existe, era el medio más rápido para acceder desde Novillas a los campos situados al otro lado y, por este motivo, era utilizado por los agricultores de la localidad que embarcaban sus carros y, más tarde, los tractores y remolques, ya que, en caso contrario tenían que efectuar un largo rodeo por Buñuel o Gallur.



            El último barquero fue D. Miguel Martínez Quintana, auxiliado por su esposa Dª Sálome Conget. Era el mayor de cinco hermanos y el único varón que, como su padre, comenzó a “vivir del río” desde muy joven. En aquel momento, tenían un criadero de anguilas que llegaban hasta allí, hasta que se construyó el embalse de Mequinenza. Cuando la venta de pescado entró en crisis, decidió dedicarse al oficio de barquero. Era el año 1950 y sirvió el oficio durante más de 30 años. Por pasar el río se cobraba una peseta a cada persona y cuatro a los vehículos, lo suficiente para poder vivir de este trabajo.



            En 1981, pocos meses después de que se inaugurara el puente la barca se incendió. Era el día de San Nicasio, patrón de Novillas, y el siniestro nunca pudo ser aclarado. Desaparecía así el último de los pontones tradicionales del Ebro, pues el de Boquiñeni lo hizo antes, aunque, como hemos señalado, se reconstruyó años después y tuvo un triste final. 

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