viernes, 7 de noviembre de 2014

Cuando en San Jorge no había árboles



            La ermita de San Jorge, situada en el cabezo del mismo nombre es uno de los lugares más populares del entorno de Borja. Las vistas que, desde allí, se divisan y la proximidad al casco urbano, la convierten en lugar de paseo para muchas personas. Por otra parte, allí se celebra cada año la fiesta del patrón de Aragón y también la bendición de los términos.
            Sin embargo, el aspecto que presentaba a comienzos del siglo XX era muy distinto al de ahora. Por un lado, adosada a la ermita medieval se encontraba la casa del ermitaño y, por otro, era un montículo desprovisto de todo tipo de vegetación.
            Los primeros árboles fueron plantados por la Tropa de Exploradores, en los años 20 del pasado siglo. Son los que aparecen en la primera imagen, mientras que en la segunda ya se aprecian algunas faltas y pueden observarse algunas modificaciones en la casa del ermitaño.

            Los pinos son fruto de una repoblación efectuada en los años 70, al mismo tiempo que los del cabezo de la Horca, con la colaboración del Patrimonio Forestal del Estado.




            En esta fotografía realizada por los hermanos Sánchez Millán, en 1974, todavía puede verse la citada casa del ermitaño, aunque estaba deshabitada hacía mucho tiempo. Por otra parte, los pinos apenas habían crecido.




            Esta era la situación en 1982, cuando fue derriba la casa y se efectuaron obras de reparación en la ermita, siendo Alcalde D. Luis María Garriga que también instaló las escaleras de acceso.




            Con ocasión de la fiesta de San Jorge de 1986, se tomaron estas fotografías, en las que puede verse el grupo de Jota que actuó ese día y el progresivo crecimiento de los pinos.




            Estas imágenes fueron tomadas por Marvic, tras una nevada caída el 3 de febrero de 2003, y son realmente bonitas.




            El entorno de la ermita presenta ahora un aspecto completamente diferente. Los pinos han alcanzado un tamaño considerable y se han instalado vallas de madera, mesas, papeleras y plantado nuevos árboles, todo lo cual ha contribuido a convertir la zona en un lugar muy agradable que merece la pena respetar, cosa que no hacen todos los visitantes.





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