martes, 13 de enero de 2015

El arquitecto que diseñó el kiosco del parque


            Cuando hace unos meses publicamos unas fotografías inéditas del primer kiosco que se levantó en el parque de San Francisco de Borja, aventuramos la posibilidad de que se tratara de una obra del arquitecto D. Santiago Lagunas, el mismo que diseñó el Teatro Cervantes, construido por aquella época.
            Sin embargo, la acertada búsqueda realizada por Dª Sonia Viamonte en el Archivo Histórico Municipal ha permitido localizar el proyecto e identificar correctamente al autor del mismo que fue otro gran arquitecto, D. Joaquín Maggioni Castellá (1899-1970), así como la fecha del mismo y el nombre del Alcalde que lo encargó.

            El Concejal Delegado de Cultura D. Juan María de Ojeda ha tenido la amabilidad de remitirnos una copia del proyecto y varios documentos realizados, con los que hemos elaborado este artículo que viene a aclarar definitivamente todos los aspectos relacionados con esta singular obra, lamentablemente desaparecida.





            Era Alcalde de la ciudad D. Pascual Sorrosal Fanlo (lo fue desde el 26 de febrero de 1942 al 7 de agosto de 1944) cuando D. Joaquín Maggioni presentó el proyecto, en junio de 1942.  
            Se trataba de edificar un kiosco destinado a bar y actuaciones de la Banda de Música Municipal, para lo que se disponía una amplia terraza en la parte superior donde, cuando no hubiera conciertos, se podrían “servir refrescos a toda hora”.



            En la planta baja tenía un mostrador, “cerrado por medio de una puerta enrollable de escamoteo”, cuyo presupuesto estaba incluido en el proyecto. A través de una escalera de caracol se accedía a la terraza superior y también fue diseñada una plataforma, circundando el kiosco, con mesitas plegables y sus correspondientes sillas. No se construyeron aseos ya que, se había decidido construirlos en un edificio independiente para que pudieran ser utilizados por todos los visitantes del parque.



            En la memoria, el arquitecto exponía que, para todos los detalles arquitectónicos, había escogido “el estilo moderno”, aunque precisando que “es posible, de todos modos, combinarlo con el ladrillo visto que es la base de nuestro estilo peculiar aragonés”, en lo que parece ser una coartada para tratar de imponer un diseño realmente avanzado.



Un detalle muy interesante era la existencia, en la fachada principal, de dos escaparates “para poder colocar en ellos muestras de comercio e industria de la localidad, a modo de muestra permanente”, aunque “con cierta timidez” pues, como señalaba el arquitecto, “el edículo ha de quedar lógicamente abandonado en según qué horas del día y por la noche”.
            El proyecto fue aceptado inmediatamente y, en el Pleno municipal celebrado el 11 de febrero de 1943, se tomó el acuerdo de licitar las obras, tramitadas por el procedimiento de subasta “con el fin de no demorar más la realización de tan necesaria e importante mejora”.
            Las obras fueron adjudicadas a D. Vicente Gallástegui, ascendiendo el importe total de las mismas a la cantidad de 96.448,67 pesetas, incluyendo los honorarios del arquitecto (2.179 pesetas) y el beneficio industrial de la empresa (8.177,56 pesetas).
            Queda, por lo tanto, definitivamente aclarada la autoría de una obra que terminó siendo efímera, pues algunos años después el kiosco fue ampliado y reformado, adaptándolo al supuesto “estilo peculiar aragonés” con el que llegó a nuestros días.

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