miércoles, 7 de enero de 2015

Las reliquias de San Francisco de Borja y otro libro


            Queremos resaltar, en primer lugar, la adquisición del volumen XII de las Obras Completas del P. Luis Coloma S. J. que fueron editadas, en su momento, por la Editorial Razón y Fe, debido a que, en el mismo, aparece el trabajo que el autor dedicó a la historia de las reliquias de San Francisco de Borja, lo que nos ha servido para revisar el destino final de las mismas, pudiendo precisar los datos que, en su momento, publicamos al tratar de la reliquia conservada en nuestra ciudad.
 Si azaroso fue el destino que siguió el cuerpo de San Francisco desde su muerte en Roma, hasta su traslado en 1901 a la iglesia de la compañía en la calle de la Flor de Madrid, donde se interrumpe el relato del P. Coloma, más triste fue lo ocurrido posteriormente, ya que la iglesia fue quemada, tras la proclamación de la II República en 1931. El altar de las reliquias, donde estaban las de San Francisco, junto con otros santos, quedó completamente destruido, las urnas fundidas y los restos calcinados.
            Sin embargo, algún tiempo después del incendio, el arquitecto D. Pedro Muguruza Otaño y D. Alberto Fontana, reunieron los restos óseos que encontraron entre las ruinas, depositándolos en un arca de madera que se conservó en casa de la madre de D. Pedro.

            En 1942, el superior de los jesuitas P. Ignacio Romaña, llevó el arca al Instituto de Medicina Legal con el fin de que trataran de identificar los restos de San Francisco. El trabajo fue encomendado a una comisión de forenses, correspondiendo el peritaje al Prof. D. Manuel Pérez de Petinto y Bertomeu, de familia vinculada a Mallén, quien con la ayuda de técnicas pioneras para la época, pudo constatar que se encontraban mezclados los restos de tres personas, decantándose por los de una de ellas, en virtud al hecho de haber encontrado en las mismas señales de la enfermedad de gota que padeció el santo, así como a la ausencia de restos del maxilar inferior que, en 1617, fue entregado al cardenal D. Gaspar de Borja. Como consecuencia del informe, el obispo D. Leopoldo Eijo y Garay, extendió en 1944, la correspondiente auténtica  y esos restos calcinados fueron depositadas en una urna de plata, costeada por la duquesa de Lerma, en cuya casa recaía el patronato sobre las reliquias, la cual se venera actualmente en un altar del crucero de la iglesia que los jesuitas tienen en la calle Serrano de Madrid.




            Por otra parte la Universidade da Coruña nos ha enviado la obra de Xosé-Álvaro Porto Dapena, Diccionario Toponímico do concello e ría de Cedeira, que es el nº 27 de la serie “Anexos de Revista de Lexicografía”. Se trata de un volumen de 492 páginas, fruto de un dilatado trabajo del autor, en el que se ordenan alfabéticamente los distintos topónimos de esa hermosa zona de Galicia.

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