sábado, 3 de enero de 2015

Sorprendente historia de un sacerdote caldeo en Calcena


            Acabamos de recibir el último número de El Eco del Isuela, el Boletín Informativo de la Asociación Cultural “Amigos de la villa de Calcena”, en la que nos han sorprendido las andanzas de un sacerdote caldeo que llegó a esa localidad a mediados del siglo XIX. La noticia ya la había dado a conocer D. Antonio Cardiel, en su página web, el pasado mes de mayo, a partir de unas cartas del marqués de Illueca que se conservan en el Archivo Histórico Provincial, pero merece la pena difundirla.

            El sacerdote en cuestión, que aparece en la imagen superior, se llamaba Eberu Abdel Mesisch , probablemente, pertenecía a la Iglesia Católica Caldea, una de las iglesias orientales en comunión con Roma, aunque no siempre fue así, ya que, tras una serie de conflictos, se independizaron en el siglo XVII y no fue hasta 1830 cuando reanudaron sus relaciones con el Papa Pío VIII.






            Pocos años después, este extraño sacerdote apareció por Aragón, estableciéndose en Calcena. En esta localidad que, perteneció a la mitra turiasonense y era la residencia de verano de sus obispos, existe una magnífica iglesia parroquial, dedicada a Ntra. Sra, de los Reyes que, por sus dimensiones y riqueza artística, se asemeja a un auténtica catedral.
            En ella estableció su sede el caldeo, llegando a concitar el interés de sus vecinos por la forma en que celebraba el Santo Sacrificio de la Misa, sin ninguna prisa, pues comenzando a primera hora de la mañana solía prolongarse hasta más allá del mediodía.  Por la tarde, predicaba hasta el anochecer, entre el fervor de los fieles, especialmente de las mujeres que acudían en tropel a escucharle.



            De hecho, el párroco quedó completamente marginado y, para solucionar el problema, el dominico D. Vicente Ortiz Labastina que era obispo, en aquellos momentos, decidió enviar a un coadjutor para reconducir la situación, sin que consiguiera menguar el entusiasmo de las calceneras hacia el caldeo.
            Llevaba ya un tiempo en la localidad cuando anunció públicamente que, por revelación divina, había llegado a conocer la fecha de su muerte, el 20 de octubre de 1853. A las dos de la madrugada de ese día, se concentró en la iglesia un elevado número de devotas, para acompañarle en sus últimos momentos. Comenzó a celebrar, con gran devoción la Misa, la cual se prolongó durante todo el día, sin que ocurriera nada llamativo, salvo la extraordinaria duración de la misma que, lógicamente, fue acabando con las fuerzas de todos los presentes, aunque algunos continuaron hasta las tres de la madrugada del miércoles, dejando finalmente solo al sacerdote.
            El hecho no dejaría de ser un ejemplo más de profecías incumplidas, sino fuera porque el P. Eberu marchó a su casa, introduciéndose en la cama, donde en completo abandono, terminó muriendo el 30 de noviembre.
            Si la hubiéramos conocido, con anterioridad, esta historia habría sido incluida, por derecho propio, entre las reunidas en el reciente libro que hemos editado, pues viene a poner de manifiesto que, en muchas ocasiones, la realidad supera con creces a la ficción. 

1 comentario:

  1. Hola, como bien comentáis esta información fue originariamente publicada por el escritor Antonio Cardiel en su página web, exactamente en la sección llamada Aragoneses ILUSORIOS, donde también se puede encontrar información sobre Carlos Martínez Egea, el políglota, natural de Aínsa, que llegó a dominar 160 lenguas, o la historia de Jorge Forster y Pérez, el viajero tozudo, nacido en Zaragoza y muerto en Nagpoor, y que a su paso por Herat "fue castrado por un extraño affaire con una nativa".

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