sábado, 19 de diciembre de 2015

Recordando a la hermana Carmen Olza Zubiri


            Recientemente, D. José María Belsué Catarecha nos trajo al Centro esta fotografía de la hermana Carmen Olza Zubiri, realizada en el colegio de Santa Ana de Borja, donde estuvo destinada del 14 de octubre de 1965 al 24 de septiembre de 1967. A pesar de su corta estancia entre nosotros, dejó una profunda huella en sus alumnas, algunas de las cuales aparecen en la imagen. Son, de izquierda a derecha y de pie, Rosario Corellano Andía, Enma García Aristizábal y María Jesús Gracia Rivas. Agachadas se encuentran Inés Andía Corellano e Isabel Palomar Orte.

            A la hermana Carmen Olza ya le dedicamos una entrada en el volumen III de nuestro Diccionario Geográfico, donde señalábamos como fecha de su fallecimiento el 20 de diciembre de 1996. Por este motivo, queríamos haber publicado este comentario al cumplirse los 19 años de su trágica muerte. Pero, al prepararlo, hemos comprobado que estábamos equivocados ya que, en realidad, murió el 20 de marzo de 1996. No queremos, sin embargo, al hilo de esta fotografía dejar de rendirle el pequeño homenaje previsto, ilustrado con las excepcionales imágenes tomadas del blog de su hermana Ibone Olza.




            Carmen Olza nació el 11 de marzo de 1942 en la hermosa localidad navarra de Eugui, ahora situada a orillas del embalse del mismo nombre que entonces no existía. Fue la mayor de cuatro hermanos y el 20 de marzo de 1960 ingreso en la Congregación de Hermanas de la Caridad de Sana Ana.
            Tras emitir sus primeros votos el 15 de marzo de 1983, fue destinada a Caspe desde donde llegó a Borja. De aquí fue a Zaragoza a cursar la Licenciatura en Filosofía y Letras. Tras obtener el título fue destinada a Calatayud en 1973 y tras seis años de estancia en esa ciudad marchó a Estella y, posteriormente a Portugalete. 



            Encontrándose en esa última localidad pidió ser enviada a misiones y, tras recibir la formación necesaria fue destinada a Kivumu, una aldea del corazón de Ruanda.



            Allí trabajó en un centro nutricional para niños, donde le sorprendió la terrible guerra que azotó la región de los grandes lagos, enfrentando a las etnias hutu y tutsi con increíble ferocidad. La hermana Olza no dudó en poner en riesgo su vida para salvar a algunos, a los que logró sacar del país escondidos en el maletero de su coche. En una ocasión, cuando transportaba a un sacerdote belga y dos ruandeses, fue interceptada y delante de ella asesinaron a uno, mientras los otros dos pudieron huir a la selva, donde terminaron siendo alcanzados y muertos. 



            La situación se hizo insostenible ante la magnitud de un genocidio en el que murieron más de 800.000 personas y cuyas imágenes conmovieron al mundo. En contra de sus deseos, la hermana Olza recibió la orden de abandonar Kivumu, trasladándose el 18 de abril de 1994 a la vecina República Democrática del Congo.



Allí estuvo atendiendo a los más de 150.000 refugiados que se hacinaban en un improvisado campamento en los alrededores de Goma, en condiciones de extrema insalubridad y carentes de lo más imprescindible.



            Cuando la situación se estabilizó, la hermana Olza volvió a su antigua casa de Kivumu, en enero de 1995, hasta que el 4 de mayo de ese mismo año fue destinada a un centro de alfabetización para jóvenes que la congregación tiene en Mugina.



            El 20 de marzo de 1996, cuando viajaba en su coche con las hermanas Alphonsine Mukeshimana y Berthilde, estalló una mina al paso del vehículo, falleciendo instantáneamente la hermana Alphonsine, mientras que la hermana Olza pudo ser evacuada al hospital de Ruhengeri, que aparece en la imagen superior, falleciendo poco después.



            Por deseo expreso suyo fue enterrada en Kivumu, junto a los tres sacerdotes a los que intentó salvar. Cuando, años más tarde, su hermana visitó el lugar pudo fotografíar su tumba, rodeada por los niños a los que ayudó en vida.
            En 1997, S. M. el Rey le otorgó, a título póstumo la Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil y el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre (Málaga) le dedicó una calle. Su nombre, junto con el de otros nueve españoles víctimas de aquel conflicto, fue recordado en el Congreso, en mayo de 2007, cuando todos los grupos parlamentarios suscribieron una proposición no de Ley para apoyar la iniciativa de un diálogo intra-rwandés.

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