martes, 3 de mayo de 2016

No es la puerta adecuada



            Siendo Alcalde D. Juan María de Ojeda Nogués fue recolocada en la planta baja de un edificio, que había sido parcialmente derribado para facilitar el acceso a la plaza del Mercado, una portada de piedra procedente de un antiguo palacio, sito en la calle de Carreteros que, posiblemente, fue de la familia que dio nombre a esa vía pública.
            El propósito de esa actuación fue la de salvar un elemento interesante de nuestra arquitectura que, por otra parte, se integró perfectamente en el entorno de la plaza. Todos esos restos del edificio al que hemos hecho alusión fueron acondicionados por el Centro de Estudios Borjanos que, en las dos primeras plantas, tuvo sus primeras oficinas y que, en la actualidad, sigue utilizando como almacén.
            En la planta baja se creó la primera Oficina de Turismo de Borja. La obra fue también realizada por nuestro Centro, con una subvención obtenida para ese fin específico. Ante la imposibilidad de colocar una gran puerta de madera que ocupase todo el espacio delimitado por el arco de piedra, se optó por un cerramiento de ladrillo, con una puerta de casetones, sobre la que se colocó un rótulo metálico, fabricado por D. Manuel Giménez Aperte que es el mismo que ahora se encuentra en la Oficina de Turismo del arco de la Carrera. El mobiliario interior y todo el acondicionamiento de ese espacio también fue realizado por nosotros, con elementos reaprovechados. Concretamente, el armario era del colegio de Nuestra Señora del Carmen y la mesa con patas torneadas la donó D. Ángel Ruiz. Allí se distribuían los primeros folletos turísticos editados en nuestra ciudad, con texto de Manuel Gracia Rivas, de los que aún se conservan algunos ejemplares.

            En un momento determinado, el Ayuntamiento de Borja nos pidió el local que ya no cumplía su misión primitiva, sino que lo utilizábamos como almacén, para guardar los útiles empleados en las comidas populares que comenzaron a ser elaboradas en la plaza, con ocasión de determinadas festividades.

            Más tarde, en la puerta de practicaron unas aberturas para facilitar la ventilación del local, que siempre se caracterizó por el exceso de humedad. El escaparate que hay en la fachada lateral, en el que durante muchos años se mostraban las publicaciones editadas por nuestro Centro, terminó siendo un espacio cubierto de carteles, primero sobre el propio cristal y, posteriormente, en el panel de madera que el Ayuntamiento colocó sobre el mismo.



     
       El motivo de esta larga digresión viene motivado porque, recientemente, ha sido sustituida “nuestra” puerta por esta otra. Ignoramos los motivos que han dado lugar a este cambio que, sin lugar a dudas, no es adecuado. La puerta anterior no era excepcional, pero reemplazarla por otra panelada en “formica”, de un color llamativamente claro y con una cerrajería propia del interior de una vivienda de escaso coste, es al menos sorprendente.



            No estamos ante un problema excesivamente grave, sino que se trata de un asunto menor y de fácil solución. Basta con reemplazarla por otra de madera y de un color adecuado al entorno de un lugar tan emblemático como el de la plaza del Mercado. Cuando una población tiene la consideración de Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto Histórico, hay que ser cuidadoso en los pequeños detalles, tanto por parte de los ciudadanos como de los organismos públicos.

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