El 9 de enero de 1258
fue consagrada por segunda vez la iglesia del monasterio de Sigena. Actuó como
oficiante el obispo Lope Fernando de Ayn,
más conocido como el “beato Agno”,
que había nacido en Gallur en 1190, al que hoy queremos recordar.
Lope
Fernando de Ayn cursó los estudios eclesiásticos, destacando por su preparación
e inteligencia. Fue canónigo del Pilar hasta que conocedor del carisma de la
orden fundada por San Francisco de Asís, decidió profesar en ella, siendo el
primer franciscano de la provincia de Aragón.
Enviado
por sus superiores a Roma, gozó de la estima y consideración de varios Papas.
En atención a su capacidad y a las circunstancias que concurrían en su persona,
fue nombrado “obispo de Marruecos” y Legado Apostólico en el norte de África. A
pesar de su resistencia a aceptar esta misión, tomó posesión de su sede,
realizando una gran labor, bajo la protección del soberano conocido por los
cristianos con el nombre de “Miramamolín”, que había quedado impresionado por
sus virtudes. Después fue llamado a Roma, donde obtuvo del Papa la autorización
para peregrinar a Tierra Santa. Regresó con la salud muy quebrantada y se
retiró al convento de Zaragoza, donde falleció santamente, en 1260.
Lógicamente,
no se conocen retratos de este ejemplar franciscano, pero hemos incluido una
fotografía de un tríptico de la Virgen del Pilar que fue estudiado por la Profª
Dª Carmen Morte, a raíz de su subasta en la sala Durán de Madrid, en 1988.
Firmado por el pintor Silvestre Estanmolín, en 1579, en la tabla derecha está
representado un franciscano, en actitud orante. Según algunos autores podría
ser San Francisco pero, en opinión de la Dra. Morte no hay que desechar la
posibilidad de que se trate del beato Agno, dada su condición de antiguo
canónigo del Pilar.
El
apelativo de “Agno” se lo dio el Papa Gregorio IX, aludiendo a su inocencia. En
realidad se trata de un juego de palabras entre el Lope o “Lupo” de su
apellido, que significa “lobo” y este sobrenombre de “agno” que quiere decir “cordero”.
Fue un hombre culto que escribió algunas cartas sobre su misión en África y
varios sermones, en castellano, latín y árabe. Por otra parte, se conserva una
biografía suya, publicada en 1697, cuyo autor fue otro ilustre franciscano, el
cronista fray José Antonio de Hebrera y Esmir, que era nacido en Ambel.
Los
restos del beato Agno se veneraron en el convento de San Francisco de Zaragoza,
junto a su altar mayor, pero desaparecieron a consecuencia de la guerra de la
Independencia. Sobre el solar se construyó la sede de la Diputación Provincial.
En
Gallur, su localidad natal, se le recuerda de manera especial, pues tiene
dedicada una calle y, asimismo, un templo del que es titular, del que
insertamos su fotografía. El Centro de Estudios Borjanos lo incluyó en el Diccionario Biográfico, publicado en
2005, como homenaje a este ilustre personaje.
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