San
Arcadio de Mauritania (siglo III). Nacido en la provincia
romana de la Mauretania Caesariensis,
fue un ciudadano relevante al que se le encomendó erigir estatuas de los dioses
del Imperio. Siendo cristiano, decidió ocultarse para no llevar a cabo este
cometido. Pero al ser detenido un familiar, se presentó ante las autoridades
confesando su Fe y negándose a ofrecer sacrificios, siendo condenado a muerte.
Según la tradición le fueron cortados todos los músculos hasta su muerte,
soportando el suplicio con enorme entereza. Discrepan los autores sobre la
fecha de su muerte, pues mientras unos afirman que fue martirizado durante la
persecución de Valeriano (268) otros la retrasan a la de Diocleciano en el 304.
Santos
Tigrio y Eutropio (siglo IV). Tras el destierro de San
Juan Crisóstomo ordenado por el emperador Arcadio, se produjo un incendio que
afectó a la catedral de Santa Sofía y al senado. Queriendo hacer responsables
del mismo, el emperador ordenó iniciar una investigación que encomendó al
prefecto Optato, el cual la llevó a cabo con extremo rigor, deteniendo a muchos
partidarios del depuesto obispo, entre los que se encontraban el presbítero
Tigrio y el lector Eutropio. El primero en ser interrogado fue Eutropio, un adolescente
de gran belleza que murió víctima de los terribles tormentos a los que fue
sometido. Después interrogó a Tigrio, antiguo esclavo y eunuco, que había sido
ordenado sacerdote por San Juan Crisóstomo. Le quebraron todos los huesos de
las manos y los pies, sin ningún resultado y, al parecer, sobrevivió al
martirio, siendo desterrado a Mesopotamia.
Santa
Cesárea de Arlés (siglo VI). Nacida en Arlés (Francia)
era hermana de San Cesáreo, obispo de la ciudad, el cual hacia el año 512,
fundó un convento femenino del que nombró abadesa a Santa Cesárea. Para ellas
escribió una regla y muy pronto cerca de 200 religiosas se acogieron a sus
muros. Vivían en rigurosa clausura,
dedicadas a trabajos manuales pero prestando también especial atención a su
formación intelectual, todo ello bajo la supervisión de esta santa mujer que
dejó huellas de su amor a los pobres y de su dedicación a la educación de las
jóvenes. Murió hacia el año 529.
San
Ferreolo de Grenoble (siglo VII). Fue obispo de Grenoble
(Francia), siendo asesinado como consecuencia de sus enfrentamientos con
Ebroín, mayordomo de palacio. Según la tradición un sicario lo mató a golpes
mientras predicaba a los fieles. Su culto fue confirmado en 1903 por Pío XII.
San Benito Biscop (siglo VII). Siendo
un alto funcionario en la corte del rey Oswiu de Northumbria (Inglaterra),
decidió hacerse monje cuando tenía 25 años. En unas tierras que le donó el hijo
del rey levantó un monasterio dedicado a San Pedro y, posteriormente, otro bajo
la advocación de San Pablo. Ambos se convirtieron en centros culturales de
primer orden, dotados con nutridas bibliotecas, con la particularidad de que en
su construcción se utilizaron materiales como la piedra y el vidrio que, en
aquellos momentos, constituían una novedad. San Benito fue el maestro de San
Beda el Venerable y no vaciló en emprender hasta seis viajes o peregrinaciones
a Roma, de donde trajo a sus monasterios valiosos códices. Murió el 12 de enero
de 690, a los 62 años de edad.
San Elredo o Alfredo de Rieval
(siglo XII). Nacido en Hexham (Inglaterra) en 1110, sirvió en la corte del rey
David I de Escocia, donde llegó a ser mayordomo del palacio. Sin embargo, a los
24 años decidió ingresar en el monasterio cisterciense de Rieval, en el que
destacó por su preparación intelectual y santidad, siendo elegido abad de
Revesby en 1143, regresando después a Rieval al frente de cuyo monasterio
estuvo desde 1147 hasta su muerte veinte años después. Fue autor de diversas
obras, entre ellas una vida de San Eduardo el Confesor en el traslado de cuyos
restos había intervenido.
San
Martín de León o Santo Martino de la Santa Cruz
(siglo XII) nació en León hacia 1120, siendo educado en la Real Colegiata de San Isidoro, donde había
ingresado su padre, al quedar viudo. Al morir el padre, emprendió diversas
peregrinaciones por España y posteriormente viajó a Roma y Jerusalén, donde
sirvió en el hospital que allí tenía la Orden de San Juan. Regresó por
Constantinopla e Italia, deteniéndose en Francia donde estudió Teología en
varias de las más importantes escuelas. Estuvo también en Inglaterra e Irlanda
antes de volver a León, tras cerca de 30 años de ausencia. Allí profesó como
canónigo regular en el convento de San Marcelo, donde fue ordenado sacerdote,
pasando después a San Isidoro. Allí
dirigió el Scriptorium y escribió un importante
comentario sobre el Antiguo y Nuevo Testamento. Rodeado del respeto de todos
los que le conocieron y de los propios monarcas leoneses, falleció el 12 de
enero de 1203, tras haber vaticinado el día de su muerte. Venerado desde ese
mismo instante, fue confirmado en 1959 para la citada colegiata y en 1962 para
toda la diócesis.
Beatos
Luis Amagasu Uyemon, Pablo Nizhihori Shikibu y cincuenta y un compañeros,
mártires (siglo XVII). El 24 de noviembre de 2008, San Juan
Pablo II beatificó a 188 mártires japoneses, que vinieron a sumarse a otros
canonizados anteriormente. Entre ellos se encontraban los 53 mártires de la
comunidad cristiana de Yonezawa, encabezada por los samuráis Luis Amagasu
Uyemon y Pablo Nizhihori Shikibu que fueron ejecutados con todos los miembros
de sus respectivas familias, incluyendo niños pequeños y sirvientes, con el
propósito de erradicar el Cristianismo. Murieron el 12 de enero de 1629, dando
ejemplar testimonio de su firmeza en la Fe que habían abrazado, siendo
especialmente relevante el comportamiento de los más pequeños, como una hija de
trece años del samurai Simón Takahashi que corrió a unirse a su padre, siendo
decapitados juntos, o el del niño Cándido Bozo, al que ofrecieron salvarse si
renunciaba al Cristianismo, respondiendo: "Si para vivir he de apostatar,
no quiero la vida".
San
Bernardo de Corleone
(siglo XVII). Nacido en Corleone (Sicilia) el 6 de febrero de 1605, en
el seno de una familia humilde, pero muy religiosa, fue zapatero durante su
juventud. En el transcurso de un enfrentamiento con otro joven, le provocó
graves heridas, teniendo que huir de la Justicia, acogiéndose al derecho de
asilo de la Iglesia. Arrepentido de su acción decidió ingresar en la orden de
los Hermanos Menores Capuchinos, lo que llevó a cabo en el convento de
Caltanissetta, tomando el nombre de Bernardo (antes se llamaba Filippo Latini).
Allí desempeñó el oficio de cocinero, llevando una vida de rigurosa penitencia
y de extremada piedad y, a pesar de su humildad, alcanzó los más elevado
niveles de perfección cristiana, ayudando a todos los que acudían para pedirle
consejo. Falleció el 12 de enero de 1667 en Palermo, siendo beatificado por
Clemente XIII en 1768 y canonizado por San Juan Pablo II en 2001.
Santa
Margarita Bourgeoys (siglo XVII). Nacida en Troyes
(Francia) el 17 de abril de 1620, a los 20 años sintió la llamada de Dios, a la
que respondió entrando a formar parte de la Congrégation de Notre-Dame de
Troyes que se dedicaba a la enseñanza. Margartia creó una comunidad externa y
allí ejerció la docencia durante trece años. Cuando el gobernador de Montreal
llegó a Francia, en busca de personas que le ayudaran al desarrollo de la
colonia canadiense, decidió acompañarle. En 1658 abrió la primera escuela y
tras reclutar a nuevas compañeras en la metrópoli fundó la Congrégation de
Notre-Dame a la cual se incorporaron también otras jóvenes nacidas en Canadá e
incluso indígenas, una de las cuales, Marie Barbier, se convirtió en superiora
de la congregación en 1693. Sin embargo, no fue hasta 1698 cuando obtuvo la
preceptiva aprobación eclesiástica, pudiendo emitir sus votos la fundadora
cuando ya contaba 78 años de edad. Murió el 12 de enero de 1700, tras ofrecer al Señor su vida a cambio de la
salvación de una joven religiosa que estaba gravemente enferma. Fue beatificada
por Pío XII en 1950 y canonizada por San Juan Pablo II en 1982.
Beato
Antonio Fournier (siglo XVIII). Nacido en La Poitevinière (Francia) el 26 de enero de 1736, fue una de las
víctimas de la guerra de la Vandée que siguió a la Revolución francesa. Estaba
casado y padre de familia a la que mantenía trabajando como modesto artesano.
Fue fusilado el 12 de enero de 1794 cerca de Avrillé, siendo beatificado en
1984, junto a todos los mártires de Angers.
Beato
Pedro Francisco Jamet (siglo XVIII). Nacido en Fresnes
(Francia) el 12 de septiembre de 1762, estudió Filosofía y Teología en la
universidad de Caen y, tras completar su formación religiosa fue ordenado
sacerdote en 1787. Más tarde obtuvo el
grado de Licenciado en Teología y en 1790 fue nombrado capellán de la comunidad
de Hijas del Buen Pastor de Caen, fundada en 1720. Al estallar la Revolución
francesa se negó a prestar el juramento exigido por las nuevas autoridades,
siendo detenido. Logró recuperar la libertad y continuó ejerciendo su
ministerio pastoral en secreto. Recobrada la normalidad se consagró por entero
a la restauración de la Congregación del Buen Pastor y, entre 1822 y 1830, fue
rector de la universidad de Caen. Falleció el 12 de enero de 1845, siendo
beatificado por San Juan Pablo II en 1987.
San Antonio María Pucci (siglo XIX). Nacido el 16
de abril de 1819 en Poggiola di Vernio (Italia), ingresó en 1837 en el convento
que la Orden de los Siervos de María tenía en Florencia, donde fue ordenado
sacerdote en 1843. Toda su vida desempeñó su actividad pastoral en la localidad
de Viareggio, como párroco. Supo ganarse el afecto de sus feligreses con su
entrega y dedicación hacia ellos. Falleció el 12 de enero de 1892, siendo
beatificado por Pío XII en 1952 y canonizado por San Juan XXIII en 1962.
Beato
Nicolás Bunkerd Kitbamrung (siglo XX). Nacido en la provincia
de Nakkon Pathon (Thailandia) en el seno de una familia católica, siendo niño
ingresó en el seminario menor Bang Xang, pasando en 1920 al seminario mayor de
Pinang (Malasia). Ordenado sacerdote en la catedral de Bangkok en 1926, comenzó
a ejercer su ministerio en la localidad de Bang Nokkuek, siendo enviado después
al norte del país, donde había muchos cristianos que habían abandonado las
prácticas religiosas. Lo mismo sucedía en Khorat, localidad de la que fue
nombrado párroco en 1937, logrando grandes frutos con su vida ejemplar y
catequesis constante. Cuando el Viet minh inició la guerra contra Francia,
todos los cristianos fueron vistos como sospechosos y comenzó la persecución. En
el transcurso de la misma fue detenido el 12 de enero de 1941, acusado de ser
sacerdote y condenado a 15 años de reclusión. Las pésimas condiciones y los
malos tratos a los que fue sometido le ocasionaron el desencadenamiento de un
proceso tuberculoso, a consecuencia del cual falleció, tras tres años de
prisión, el 12 de enero de 1944. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 5 de
marzo de 2000, siendo el primer sacerdote tailandés que alcanzó la gloria de
los altares.
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