San
Higinio (siglo II). Nacido en Atenas era un destacado
filósofo que, en el año 136, se convirtió en el octavo Papa después de San
Pedro. Se le atribuyen la implantación de normas que se han perpetuado, como la
creación de las órdenes menores, la de los padrinos en el Bautismo o la
obligación de consagrar todos los templos. Falleció hacia el año 140 y, aunque
algunas fuentes afirman que fue mártir, esta esta circunstancia no ha podido
ser constatada.
San
Salvio (siglo III). Las únicas referencias que se
conservan de este mártir norteafricano es un sermón pronunciado por San
Agustín, cuando ya era objeto de culto.
San
Tipaso (siglo III). Otro mártir norteafricano, en este
caso de la provincia romana de la
Mauritania, fue San Tipaso, un soldado que, tras conseguir el retiro, decidió
convertirse en eremita, estableciéndose en las cercanías de la ciudad de
Tigava. Al ser llamado de nuevo al
servicio activo, se negó alegando su condición de cristiano, porque ello
implicaba hacer sacrificios a los dioses del Imperio. Según la leyenda fue
condenado a muerte, pena que le conmutaron por haber vaticinado un triunfo del
emperador Maximiano. Pero requerido de nuevo, poco después, terminó siendo
degollado hacia el año 297.
San Pedro Apselamo (bálsamo) (siglo
IV). Nacido en Palestina, fue hecho
prisionero durante la persecución de Maximino. Interrogado por el gobernador de
la provincia, se reafirmó en su fe cristiana negándose reiteradamente a
sacrificar a los dioses, a pesar de las torturas a las que fue sometido.
Finalmente, murió crucificado en Aulana.
San Leucio de Brindisi (siglo IV). Nacido en
Alejandría, se educó en un monasterio del Alto Egipto donde, según la leyenda,
recibió la inspiración divina para trasladarse a Brindisi (Italia), donde llevó
a cabo la evangelización de esa zona. Fundador de la diócesis de Brindisi y
primer obispo, levantó una iglesia dedicada a Santa María y San Juan Bautista.
Aunque no se conocen demasiados datos de su vida, al parecer falleció a finales
del siglo IV o comienzos del V. Su fama de santidad motivo que sus reliquias
fueran muy codiciadas. De hecho, tras la invasión lombarda su cuerpo fue robado
por los habitantes de Trani y llevado a esa ciudad, desde donde pasó a
Benevento más tarde y allí se venera, salvo un brazo que se conserva en
Brindisi.
Santa
Honorata (siglo V). Nacida en Pavía, en el seno de una
familia de Santos pues, según la tradición lo fueron sus hermanos Santa
Liberata, Santa Especiosa, Santa Luminosa y San Epifanio que llegó a ser obispo
de Pavía. Fue religiosa en el convento de San Vicente de su ciudad natal, donde
habían profesado sus hermanas. Allí fue capturada durante la invasión de los
hérulos, siendo liberada por intercesión de su hermano, regresando al monasterio
donde falleció.
San
Teodosio (siglo V). Nacido en la localidad de Mogarissos de
Capadocia (Turquía), abandonó a sus padres, en busca de Dios. Conoció a San
Simón el estilita que le invitó a subir al pilar en el que vivía y allí le
predijo su futuro espiritual. Peregrinó a los Santos Lugares y allí decidió
buscar la perfección en la soledad del desierto, viviendo en una cueva en la
que, según la tradición, habían descansado los Reyes Magos al regresar de
Belén. Dedicado a la oración y a una vida de gran austeridad, su fama de
santidad se extendió, reuniendo a muchos discípulos que querían imitar su
ejemplo, por lo que se vio obligado a fundar un monasterio cercano a Belén que
se llamó después de San Teodosio. Murió a la edad de 106 años.
San
Paulino de Aquilea (siglo VIII). Nacido en una granja de
la región de Friuli (Italia), colaboró con su familia en los trabajos de la
misma, pero desde muy joven comenzó a estudiar, llegando a convertirse en
afamado gramático. Ejerció la docencia tras ser ordenado sacerdote y su
profunda formación despertó la atención del emperador Carlomagno que lo nombró
Patriarca de Aquieleia, sede que gobernó con gran acierto, estando presente en
todos los concilios de su época, distinguiéndose por su lucha contra las herejías
suscitadas, entre ellas la que consideraba que Cristo era simplemente Hijo
adoptivo del Padre. Uno de los defensores de esta doctrina era el obispo de
Urgel, Félix, a quien San Paulino refutó en una carta que alcanzó gran
difusión. Colaboró activamente en la evangelización de los bárbaros que habían
ocupado algunas zonas de Austria. Falleció el 11 de enero de 804 en Forli.
Beato
Bernardo Scammacca (siglo XV). Nacido en Catania en 1430,
en el seno de una familia noble que le educó cristianamente, a pesar de lo cual
toda su juventud discurrió en ambientes disolutos. Fue a raíz de la grave
herida recibida en un duelo, cuando su vida cambió, decidiendo entrar en la
Orden de Predicadores en 1452. Llegó a ser prior del convento de Santo Domingo
de su ciudad natal. Más tarde lo fue del de Palermo y Vicario General de todos
los conventos reformados de Sicilia. Murió santamente en 1487, siendo enterrado
en una fosa común. Comoquiera que la devoción crecía, decidieron exhumar sus
restos y al abrir la fosa se percibió un olor sumamente agradable, encontrando
el cuerpo completamente incorrupto. Hoy se venera en la iglesia de Santo
Domingo de Catania. Su culto fue confirmado por León XIII en 1825.
Beato
Guillermo Carter (siglo XVI). William Carter nació en
Londres en1548. Su padre era tejedor por el aprendió el oficio de impresor. Fue
también secretario del último arzobispo de Canterbury y responsable de la
edición de algunas obras que condenaban el cisma que se había producido en
Inglaterra. Hecho prisionero en 1578 y torturado, fue puesto en libertad cinco
años después. Sin embargo, volvió a ser detenido de nuevo en 1584, por haber
vuelto a imprimir una obra a favor de la Iglesia Católica, siendo condenado a
muerte. Tras morir ahorcado, su cuerpo fue descuartizado en Tyburn.
Beatos
Juan y Pedro Hattori, y Miguel y Tomás Mitsuishi
(siglo XVII). Se trata de cuatro mártires japoneses ejecutados en Kummamoto, dando un extraordinario ejemplo de
firmeza en la Fe. Juan y Miguel eran humildes catequistas que fueron condenados
con sus hijos Pedro y Tomás de seis y trece años respectivamente lo cual no les
impidió dar muestras de extraordinaria valentía en el momento final. El pequeño
Pedro se acercó al cadáver de su padre que acababa de ser decapitado en su
presencia y ofreció su cuello al verdugo que admirado falló el primer golpe,
volviendo a ponerse de rodillas el niño para morir pronunciando los nombres de Jesús y María. Fueron
beatificados por Benedicto XVI el 24 de noviembre de 2008.
Santo
Tomás de Cori (siglo XVII). Nacido en Cori (Italia)
en 1655, quedó huérfano a temprana edad, dedicándose al oficio de pastor para mantener
a sus hermanas. Cuando estas contrajeron matrimonio, decidió entrar en el
convento que la orden franciscana tenía en su ciudad, haciendo el noviciado en
Orvieto. Fue ordenado sacerdote en 1683, pero su deseo de una mayor radicalidad
le llevó al año siguiente a viajar a Bellegra, donde se había creado un
convento en el que se practicaba un nuevo modelo de vida franciscana. Allí
permaneció la mayor parte de su vida consagrado a la oración, la práctica de la
caridad y la evangelización. Falleció el 11 de enero de 1729 y fue canonizado
por San Juan Pablo II el 21 de noviembre de 1999.
Beata
Ana María Janer Anglarill (siglo XIX). Nacida en Cervera
(Lérida) el 18 de diciembre de 1800 fue
la fundadora de la Congregación de Hermanas de la Sagrada Familia en La Seu
d’Urgell. No estuvo de dificultades debido a las guerras carlistas, en el
transcurso de las cuales el pretendiente Carlos V le propuso hacerse cargo de
los hospitales de Cardona por lo que, acabado el conflicto, tuvo que exiliarse
en Francia, desde donde regresó a Cervera en 1844, aunque no le dejaron
desempeñar el cargo de superiora del hospital. También impulsó la creación de
algunas asociaciones piadosas como las del Sagrado Corazón de Jesús y la de las
Hijas de María. La expansión de su congregación sufrió un nuevo golpe a raíz de
la revolución de 1868, cuando volvieron a ser expulsadas. Regresaron a La Seu
en 1874 y, en 1883, la beata Ana se retiró a la casa que había fundado en
Talarn, donde falleció el 11 de enero de 1885. Fue beatificada en 2011 por el
Papa Benedicto XVI.
Beato
Francisco Rogaczewski (siglo XX). Nacido en Lipinki (Polonia)
en 1892, fue ordenado sacerdote en 1918. Tras desempeñar diversos cometidos
pastorales fue destinado a la diócesis de Gdansk. Allí continuó su labor
apostólica, siendo rector de un centro de atención a la población, junto al que
construyó una iglesia dedicada a Cristo Rey, de la que en 1937 fue nombrado
párroco. El senado de la ciudad protestó enérgicamente y tuvo que anularse la
erección de la parroquia, a pesar de lo cual el sacerdote continuó impulsando
diversas obras religiosas y culturales. Inmediatamente después de la invasión
alemana fue detenido y enviado al campo de concentración de Stutthof
(Alemania), donde tras sufrir numerosas torturas fue fusilado cuatro meses
después. San Juan Pablo II lo beatificó el 13 de junio de 1999.
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