San
Apolinar (siglo II). Fue obispo de Hierápolis, en Frigia
(hoy Turquía), en tiempos del emperador Marco Aurelio. Conocido con el
sobrenombre del “Apologeta”, escribió varios tratados refutando algunas
herejías, muy elogiados por diversos autores que, sin embargo, no se conservan.
San Paciente de Metz (siglo II). Cuarto
obispo de la ciudad de Metz, en cuya sede sucedió a San Félix. Su vida está
envuelta en la leyenda que le atribuye incluso un parentesco con San Juan
Evangelista. Sus restos se veneran en la abadía de Pétin.
San
Severino (siglo V). Vivió a orillas del Danubio, en los
momentos inmediatamente posteriores a la invasión de los hunos. Evangelizador
de la zona, fundó diversos monasterios. Muró en 482, en el monasterio de
Fabiena, ahora Instadt.
San
Máximo de Pavía (siglo VI). Tras haber desempeñado
cargos civiles en la ciudad, sucedió en la sede episcopal a San Epifanio. Su
presencia como obispo de esa ciudad está documentada en las actas de varios
concilios celebrados en Roma. Fundó la iglesia de San Giovanni in Borgo, donde
está sepultado y se veneran sus reliquias.
San
Jorge de Choziba (siglo VII). Nacido en Chipre, era
hermano de Heráclides un monje ermitaño que vivía a orillas de Jordán, llegando
a ser abad del monasterio de Choziba. Decidido a seguir su ejemplo, San Jorge
se integró en esa comunidad donde pasaba toda la semana recluido en su celda,
salvo los domingos en los que compartía la vida con el resto de la comunidad.
San
Alberto de Cashel (siglo VII). Según la tradición era de
origen inglés y viajó a Irlanda con su amigo San Erhardo de Ratisbona. En la
ciudad de Cashel fue elegido obispo, pero abandonó su sede para emprender una
larga peregrinación con su hermano. Llegó a Roma, siendo recibido por el Papa y
luego marchó a Tierra Santa, regresando a Ratisbona para visitar a su amigo,
obispo ya de esa ciudad, que sin embargo había fallecido, donde según la
leyenda murió poco después. A pesar de lo incierto de los datos conservados de
su vida, es el Patrón de Cashel.
San
Erhardo de Ratisbona (siglo VII). Obispo de Ratisbona, se le relaciona con San Alberto de
Cashel, como hemos citado anteriormente, lo que es imposible ya que vivieron en
épocas diferentes. San Erhardo era natural de Irlanda y marchó al continente,
viviendo como ermitaño y luego se estableció en Ratisbona, donde fundó un
convento de religiosas y fue elegido obispo. Es Patrón de esa diócesis.
San
Natalán de Aberdeen (siglo VII). Nacido en Escocia, poseía
una extensa propiedad que vendió para repartir su importe entre los pobres. Se
hizo ermitaño y se ganaba el sustento cultivando una parcela de tierra. Decidió
peregrinar a Roma y en el transcurso de la misma fue sorprendido, según la
leyenda por una tormenta. Enojado llegó a blasfemar y horrorizado de su pecado,
se encadenó las manos y arrojó la llave a un río, pero al comprar un pez en un
mercado la encontró en su interior. Contó el prodigio al Papa que lo consagró
obispo, desempeñando su ministerio pastoral en Aberdeen, donde edificó varias
iglesia y desarrolló una gran labor evangelizadora. Su culto fue oficialmente
confirmado el 5 de julio de 1898 por León XIII, junto al de muchos santos
escoceses de la época.
Santa
Gúdula (siglo VIII). Nacida en Moorsel, perteneció a una
ilustre familia en la que otros tres hermanos fueron Santos: Santa Faraildis,
Santa Reineldis y San Emeberto. Gúdula fue educada en la abadía de Nivelles,
retornando a su caso de Moorsel donde llevó una vida de intensa piedad. Es la
patrona de Bruselas y a ella está dedicada, junto a San Miguel, su catedral.
San
Lorenzo Giustiniani (siglo XV). Nacido en Venecia en 1381,
en el seno de una familia noble, en 1404 fundó con otros dos compañeros (entre
ellos el futuro Papa Eugenio IV), la Congregación de San Giorgio in Alga, de la
que fue elegido primer General. Su amigo Eugenio IV le nombró obispo de
Castello, en 1433. Posteriormente, Nicolás V decidió trasladar la sede
patriarcal de Grado a Venencia, designando a San Lorenzo, como primer patriarca
de esta ciudad, donde falleció en 1456, siendo canonizado en 1690 por Alejandro
VIII.
Beato
Eduardo Waterson (siglo XVI). Nacido en Londres en el
seno de una familia protestante, viajó a Turquía, donde un mercader le ofreció
a su hija si se convertía al Islam. En el viaje de regreso se detuvo en Roma,
donde abrazó el catolicismo. Cursó estudios eclesiásticos en el seminario
inglés de Reims, siendo ordenado sacerdote en
1592, volviendo a Inglaterra para ejercer su ministerio pastoral, en
momentos en los que se había desencadenado una gran persecución. Ese mismo fue encarcelado
en Newcastle-on-Thyne y, tras ser juzgado, fue condenado a muerte. Ahorcado en
1593, su cuerpo fue descuartizado.
Beata
Eurosia Fabris Barban (siglo XX). Nacido en Quinto Vicentino
(Italia) el 27 de septiembre de 1866, a los cuatro años la familia se trasladó
a Marola, donde transcurrió toda su vida y falleció el 8 de enero de 1932.
Asistió a la escuela, destacando por su inteligencia entre todas sus
compañeras. Contrajo matrimonio con Carlo Barban, vecino de los Fabris, que
había quedado viudo con un hijo de pequeña edad. Tuvieron nueve hijos, de los
que los dos primeros murieron a temprana edad y tres se ordenaron sacerdotes.
Durante la I Guerra Mundial, mientras su marido estaba en el frente, aún se
hizo cargo de otros niños. Eurosia fue un modelo de madre y esposa cuya vida se
circunscribió a las paredes de su casa, consagrada a las tareas domésticas y la
oración. Entró a formar parte de la Tercera Orden Franciscana en 1916, lo que
le ayudó a proyectar su atención a los demás, dentro de la mayor sencillez.
Quedó viuda en 1930, tras 45 años de matrimonio, anunciando a su hijo la fecha
de su propio fallecimiento que llegó el 8 de enero de 1932, a consecuencia de
una neumonía. Iba a ser beatificada el 24 de abril de 2005, pero la muerte de
San Juan Pablo II, retrasó la ceremonia al 13 de febrero de 2009, bajo el
pontificado de Benedicto XVI.
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