martes, 26 de septiembre de 2017

Adquirido un documento del archivo Pérez Petinto


         La familia Pérez Petinto disponía en Mallén de este hermoso edificio que contaba con un importante archivo, dado que uno de sus antepasados, D. Vicente Pérez Petinto, fue notario. El palacio fue enajenado no hace mucho tiempo y con él su archivo, uno de los mejores de la comarca, de titularidad privada.

         A partir de ese momento, sus fondos se desperdigaron y puestos a la venta por diferentes establecimientos. Ante la imposibilidad de volverlo a reunir, hemos adquirido algunos documentos y de ello informamos en este blog, entre los que se encontraba un protocolo notarial.




         Ahora, acabamos de conseguir un documento de 24 páginas, correspondientes a unas diligencias judiciales, instruidas en Agón, en 1804, actuando como Juez su Alcalde D. Joaquín Navarro y como Secretario el citado Vicente Pérez Petinto.



Nuestro interés por el asunto radicaba, tanto en el hecho de que se practicaran en esa localidad, como en el de que fueran consecuencia de una causa formada por el Corregidor de Borja, contra varias personas residentes en nuestra ciudad.
         Concretamente, se trataba de Pascual Pérez, soltero y natural de Añón, acusado de haber desertado de los trabajos del Real Canal; así como Felipa Aragón, nacida en Agón, y Javiera Castilla, natural de Valtierra, denunciadas por “trato escandaloso”. La sala del crimen de la Real Audiencia condenó a todos los encausados “por escándalo y robo de algunos efectos” a pagar las costas la causa “por iguales partes y mancomunadamente”. Fueron tasadas en 1.325 reales de vellón.

         El problema surgió cuando Felipa Aragón se negó a pagar, alegando falta de recursos, pero comoquiera que se había constituido en fiador de ella José Ballester las actuaciones recayeron sobre él, conminándole al pago. Se trataba de un comerciante de Borja que “compadecido de la larga prisión que padeció la dicha Aragón”, se constituyó en fianza de la misma. Ahora, al tener que hacer frente a esa suma de dinero, alegó que a nombre de Felipa había en Agón una casa y dos campos que pertenecieron a su marido Francisco Supervía, solicitando que se procediera a la venta judicial de esos bienes con los que hacer frente al pago de las costas con la cantidad resultante.



         A esta subasta hace referencia el expediente. Pregonada por el corredor público para su celebración el 20 de octubre de 1804, a las dos de la tarde de ese día se reunieron en las Casas Consistoriales, acordando que la subasta se efectuara mediante el procedimiento del ramo, para lo que se puso el citado ramo sobre una mesa, a la espera de que alguien se acercara a tomarlo y pujar, cosa que no ocurrió, por lo que transcurrida más de una hora, desde el inicio, a la voz de “a la una, a las dos y a las tres” se dio por finalizada la subasta sin poder adjudicar los bienes.

         El documento viene a poner de manifiesto que entonces, como ahora, salir como avalista de una persona entraña un riesgo indudable dado que el “bondadoso” comerciante (ignoramos si aparte de la pena que suscitaba en él la prisión de la Felipa, había otras razones más poderosas para su proceder) tuvo que asumir el pago de la cantidad adeudada.




Por otra parte, nos relata el curioso sistema de subastar “a ramo”, un procedimiento que, aunque pueda parecer extraño, sigue manteniéndose en nuestros días. Concretamente, así se hace cada año en la subasta de los palos de la Virgen del Niño Perdido, en Tabuenca, aunque en lugar de ramo lo que se coloca sobre la mesa es una campanilla.

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