martes, 26 de septiembre de 2017

Efemérides del 26 de septiembre


         El 26 de septiembre de 1925 falleció en el monasterio de Val San José, en La Aldehuela (Getafe) el P. Justo Miguel Urchaga, nacido en Borja en 1873 y único monje trapense documentado originario de nuestra zona.




         Este monasterio al que llegó, procedente del que había profesado, fue fundado en 1892, teniendo una vida efímera, dado que, dos años después de la muerte de fray Justo fue abandonado, situación en la que sigue actualmente, vandalizado y sirviendo como escenario para festivales de música clandestinos, en ocasiones con trágicas consecuencias.


         Pero la historia del P. Justo Miguel Urchaga (Miguel era su primer apellido), comenzó cuando cursaba los estudios eclesiásticos en los seminarios de Zaragoza, primero, y Tarazona después. En esta última ciudad, experimentó el deseo de consagrar su vida a la oración y la ascesis, tomando la decisión de ingresar en la abadía de San Isidro de Dueñas, perteneciente a la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, conocida popularmente como “La Trapa”.

         La abadía fue fundada en 1890 en un antiguo monasterio, abandonado tras la Desamortización, que había pertenecido a la Orden de San Benito. Allí transcurrió la mayor parte de la vida religiosa de este borjano de excepcionales cualidades que llegó a ser elegido Padre Procurador del monasterio, cargo que ejerció durante varios años.




         A diferencia del de Getafe, este monasterio sigue acogiendo a una importante comunidad de cuyas actividades se puede encontrar amplia información en su página web: http://www.abadiasanisidro.es




         Como curiosidad podemos señalar que uno de los productos que elaboran los monjes son los famosos y apreciados chocolates Trapa, aunque su trabajo no se circunscribe a su producción, pues también comercializan leche fresca y queso, como complemento a sus actividades religiosas. Cuentan también con una hospedería en la que se puede compartir su vida durante unos días y asistir a sus celebraciones litúrgicas, entre ellas el Oficio Divino, que finalizan, tras el rezo de Completas, con el canto de la Salve cisterciense.

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