sábado, 30 de septiembre de 2017

Efemérides del 30 de septiembre


El 30 de septiembre de 1647 nació en Borja el P. Jerónimo de Alberite Maicas S. J. Era hijo de Domingo de Alberite y de Margarita Maicas e ingresó en la Compañía de Jesús. Publicó un libro sobre oraciones y sermones, destacando como poeta y autor de varios trabajos que, aun cuando no llegaron a ser editados, le hicieron merecedor de ser incluido por Latassa en su Diccionario.

Por otra parte, el cronista Juan Francisco Andrés de Uztarroz, con quien le unió una gran amistad, lo cita en su Aganipe de los cisnes aragoneses, obra en la que canta las glorias, bellezas y grandes hombres que han dado las distintas ciudades de Aragón. Al referirse a Borja, señala a dos hijos ilustres, Jerónimo de Alberite y José de Lajusticia.




El 30 de septiembre de 1760 nació en Zaragoza Miguel Salamero Buesa. Era el cuarto hijo del matrimonio formado por Miguel Salamero, natural de Graus, y Rosa Buesa, nacida en Bolea, aunque vecinos de la parroquia zaragozana de San Felipe. Con su padre aprendió el oficio de tafetanero y llegó a regir un próspero taller con más de veinte empleados, donde elaboraban damascos y tafetanes de gran calidad.

Su actuación como héroe de los Sitios de Zaragoza es bien conocida, pero lo es menos que estaba casado con la borjana Rafaela Zaro, al parecer una guapa moza con la que tuvo seis hijos y disfrutó de una desahogada posición económica. El 6 de septiembre de 1801 falleció la esposa y en su testamente legó joyas de indudable valor a sus hijas. Poco antes había muerto la menor, Luisa, y muy pronto fallecieron sus dos hijos varones, ambos menores de edad, de manera que sólo llegaron a la edad adulta la mayor Bárbara, Agustina, nacida en 1790 y Antonia que vino al mundo en 1796.



En su taller confeccionó la bandera del 22º Batallón Ligero de “Voluntarios de Aragón” que durante muchos años estuvo expuesta en los Inválidos de París. Creo un grupo de escopeteros, formado por sus propios empleados y algunos hombres que se les unieron, con los que el 4 de agosto de 1808 defendió el convento de Santa Fe e hizo frente a los franceses en la calle del Azoque. Fue enviado cautivo a Francia, de donde logró escapase, permaneciendo oculto hasta el final de la guerra. Cuando regresó a Zaragoza tuvo la fortuna de encontrar con vida a sus tres hijas, aunque estaba completamente arruinado. Estaba en posesión del Escudo de Defensor del Primer y Segundo Sitio, así como del Escudo de Distinción, la más alta condecoración otorgada. Falleció en la capital aragonesa el 8 de enero de 1840, siendo enterrado en el nuevo cementerio de Torrero.



La antigua plaza del Carbón lleva su nombre en el centro de Zaragoza y también figura entre los ciudadanos defensores de la capital en la lápida colocada en el antiguo edificio de la Escuela de Artes, en la plaza de los Sitios.

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