martes, 7 de noviembre de 2017

Una obra de Francisco Leonardo de Argensola en el museo de Santa Clara


         La visita al Museo de Santa Clara de los participantes en el pasado congreso sobre Juan de Coloma facilitó un interesante debate en torno a las obras allí expuestas y, en concreto, sobre la posible autoría de este lienzo que representa a San Francisco Javier.




         El Dr. D. Alberto Aguilera Hernández ya había considerado la posibilidad de que fuera obra del pintor Francisco Leonardo de Argensola. Dada la circunstancia de que en la visita participó la Profª. Dª. Rebeca Carretero Calvo, experta en ese pintor, la cuestión volvió a suscitarse que coincidió en esa apreciación, dado en el tratamiento del rostro en general y de los ojos y labios en particular, así como las manos, corresponden al estilo de ese artista que no evolucionó apenas a lo largo de su carrera artística.



         La única obra documentada del mismo son las puertas del órgano de la iglesia del convento de San Francisco de Tarazona, a las que corresponde esta imagen de Santa Cecilia. Pero la Profª. Carretero que lo ha estudiado en profundidad le atribuye otras varias, pues trabajó en esa ciudad.



         También lo hizo en Borja y, en concreto, para el convento de Santa Clara en cuya iglesia se conserva este lienzo representando a San Salvador de Horta, de características similares a otros existente en Tarazona.
         Pero, la nueva atribución de la que informamos hoy abre el camino para el estudio del retablo que existió en la primera iglesia que edificaron las clarisas, que no es la actual, dado que tras abandonar San Miguel levantaron un templo desaparecido al construir el que conocemos, para el que mandaron hacer en 1652 un retablo, al que pudo pertenecer el lienzo de San Francisco Javier y los de San Antonio y San Francisco, conservados en dependencias conventuales. Su capitulación no ha sido localizada todavía, pero el Dr. Aguilera ha podido documentar que ese retablo fue dorado y policromado en 1677 por Francisco Navarro.

         Estamos, por lo tanto, ante una obra que puede ser atribuida a ese pintor que trabajó para el convento de San Francisco de Tarazona, en cuyo claustro tenía su enterramiento, y para las clarisas de Borja.

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